Salinas de Guaranda es una empresa ubicada en el corazón de los Andes ecuatorianos, en una pequeña parroquia llamada Salinas, a unos 3,550 metros sobre el nivel del mar, en la provincia de Bolívar. Esta fábrica es mucho más que un simple negocio; es el resultado de un sueño comunitario y una muestra del esfuerzo colectivo que ha transformado a esta región en un símbolo de desarrollo rural y economía solidaria.
Los Inicios
La historia de la fábrica comienza en la década de los 70, cuando la comunidad de Salinas, empobrecida y aislada, vio la necesidad de encontrar una salida a la pobreza extrema que afectaba a sus habitantes. En ese momento, la principal actividad económica era la extracción de sal, que daba nombre a la parroquia, pero esta actividad no generaba los ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas de la población.
Fue entonces cuando el padre Antonio Polo, un sacerdote salesiano italiano, llegó a Salinas y se convirtió en el motor de un cambio radical. Él y los miembros de la comunidad comenzaron a explorar otras alternativas de producción que pudieran aprovechar los recursos naturales del lugar. Así fue como se descubrió el potencial del cacao local, un producto que, a pesar de su calidad, no era suficientemente valorado ni explotado.
El Nacimiento de la Fábrica de Chocolates
A partir de la organización comunitaria y con el apoyo de cooperativas internacionales, la fábrica de chocolates comenzó a tomar forma. Los habitantes de Salinas aprendieron todo el proceso de producción, desde la cosecha y fermentación del cacao hasta la fabricación del chocolate. La meta era producir un chocolate de alta calidad que no solo pudiese venderse localmente, sino también en los mercados internacionales, mejorando así las condiciones de vida de la comunidad.
En 1987 se fundó oficialmente la Fábrica de Chocolates Salinerito, como parte de la Cooperativa Salinas, una organización que ya gestionaba otros emprendimientos locales como la producción de quesos, hongos comestibles, tejidos y más.
El Impacto Social
La fábrica no solo ha mejorado la economía local, sino que también ha impulsado la identidad cultural y la cohesión comunitaria. Los habitantes de Salinas se sienten orgullosos de sus productos, que hoy son reconocidos por su calidad y su origen ético. La cooperativa sigue un modelo de economía solidaria, donde las ganancias se reinvierten en proyectos para mejorar la infraestructura, la educación y la salud de la comunidad.
Además, la fábrica trabaja bajo principios de comercio justo, asegurando que los productores de cacao reciban un precio justo por su producto. Esto ha permitido a muchas familias salir de la pobreza, al tiempo que se protege el medio ambiente mediante prácticas agrícolas sostenibles.
El Chocolate Salinerito Hoy
Hoy en día, los chocolates Salinerito son sinónimo de calidad y responsabilidad social. Se han expandido a nivel nacional e internacional, llegando a mercados exigentes en Europa y Norteamérica. Los productos incluyen una amplia gama de chocolates, desde barras puras de cacao ecuatoriano hasta combinaciones innovadoras con ingredientes locales como frutos secos y quinua.
La fábrica sigue siendo un pilar fundamental de la economía local, y más allá de la producción de chocolate, simboliza la capacidad de las comunidades rurales para autoorganizarse y prosperar bajo un modelo de cooperación. Es un ejemplo vivo de cómo la unión, el trabajo en equipo y la visión compartida pueden cambiar radicalmente el destino de una región.
En la actualidad, la Fábrica de Chocolates Salinas de Guaranda no solo es una historia de éxito económico, sino un testimonio de resiliencia y esperanza que ha inspirado a muchas otras comunidades en Ecuador y el mundo a seguir el camino del desarrollo sostenible y solidario.